«Queremos empresas que pongan la vida en el centro: la de las y los clientes, promoviendo un consumo responsable»
Creo que de cada vez más las sociedades y las personas debemos madurar y hacernos cargo de la responsabilidad que tradicionalmente habían asumido los ámbitos de poder para resolver problemas y crear sociedades más justas, ya que observo con atención que la capacidad de las administraciones públicas para buscar soluciones y transformar en positivo el mundo ha disminuido considerablemente en los últimos años.
Por otro lado, hemos aprendido que el mercado, por sí mismo, no trabaja a favor de la igualdad, la solidaridad, y la calidad de la convivencia entre personas y especies del mundo. Se deben encontrar soluciones híbridas entre mercado y administraciones para responder a estos desafíos.
Como consumidores de información, nos damos cuenta de que los accionistas no son los verdaderos propietarios de las empresas, sino que las organizaciones subsisten, crecen o se deterioran gracias a la clientela que compra los productos y servicios, los empleados que las hacen crecer o las hacen cerrar, y las administraciones que definen el marco de operación, entre otros.
Según la Organización Mundial del Comercio (OMC), de las 100 economías más grandes y poderosas del planeta, 52 son empresas, las grandes. Y del orden del 99,6% de las empresas a nivel global son pymes, las pequeñas.
Por todo ello, es necesario reconocer el poder de las empresas para configurar el mundo. Si pudiéramos hacer una carta sobre el tipo de empresas que queremos, tal vez podríamos incluir los siguientes puntos: Queremos empresas que pongan la vida en el centro: la de las y los clientes, promoviendo un consumo responsable, y la de los y las trabajadoras, gestionando el talento, liderando equipos, priorizando la salud y la vida, y no sólo de las personas. Queremos empresas que valoren los productos y servicios que compramos en términos de impacto social, impacto medioambiental, impacto económico y responsabilidad individual.
Queremos empresas que entiendan que se debe establecer una cultura colaborativa en la que todos los implicados (clientes, personas trabajadoras, administraciones) aporten valor en la co-creación de soluciones para una sociedad más equilibrada y más justa, para un mundo más compatible con la vida en la Tierra.
Queremos empresas que desarrollen y utilicen la tecnología de la manera más efectiva con el planeta, que creen e implementen soluciones tecnológicas para la vida, sin mermar la humanidad de todas las actuaciones que hacemos las personas.
Queremos personas consumidoras responsables que reconecten con el valor de lo local, la economía local, las raíces culturales, las relaciones cercanas; que reconozcan la importancia de mantener la diversidad, de singularizar las economías y hacerlas más autóctonas y soberanas del bienestar de la sociedad de la que forman parte.
Queremos personas trabajadoras que mantengan capacidad de aprendizaje, de diseñar actuaciones a largo plazo, con flexibilidad para poder asumir una estrategia cambiando para un entorno que requiere capacidad de transformación, manteniendo autonomía de gestión y autorresponsabilidad a todos los niveles, y sea cual sea el tamaño de la organización. ¿Os imagináis si, desde cualquiera de estos roles (trabajador, cliente, administración, empresa) orientáramos nuestros recursos para promover y hacer más grandes este tipo de empresas.